Santa Eufemia de Cozollos. S. XII.
Olmos de Ojeda.
Monumento histórico-artístico nacional desde 1931, es uno de los enclaves más importante de la ruta del románico español. Único vestigio de lo que fuera Real Monasterio de Frailas Comendadoras de Santiago.
La familia propietaria de dicha iglesia viene cuidando con esmero desde hace 4 generaciones tan preciada joya arquitectónica conservándose ésta en perfecto estado.
Al contrario de lo que generalmente sucede, esta iglesia no está en manos privadas a causa de las leyes desamortizadoras de Mendizábal, ministro de Isabel II que despojó a la Iglesia española de muchas de sus posesiones, sino por trueque de las frailas Comendadoras, que dieron el Monasterio a cambio de fincas en Toledo, donde se hallaban desde que marcharon en los comienzos del S. XVI.
Fue abadesa de dicho monasterio Doña Sancha Alfonso, reina de León durante 47 días, y que abdica en favor de su hermano Fernando III El Santo, uniéndose así Castilla y León. Tía de Alfonso X, el Sabio, el rey de las “Cantigas a Santa María”, fue hija del rey de León -Alfonso IX y de la infanta Doña Teresa de Portugal. Muere Doña Sancha, en olor de santidad en el año 1270 y es enterrada en el sepulcro a la izquierda del crucero, adornado con espada con venera y leones y flores de lis En el año 1503 las Comendadoras se trasladan al Convento de Santa Fé el Real, en Toledo. El 10 de Mayo de 1608, D. Juan de Aguilar y Rebolledo traslada el cuerpo incorrupto y venerado de la infanta D. Sancha desde el Monasterio de Santa. Eufemia al de Santa Fé el Real, con licencia de nuestro rey Felipe III . En el interior de la iglesia, además del sepulcro ya citado, se halla al lado derecho del crucero el enterramiento de un caballero cruzado. Hay otros dos enterramientos en el suelo, uno de ellos de otro cruzado , quizás de la Casa de Aguilar”.
El templo tiene planta de cruz latina, abriéndose un absidiolo en cada brazo del crucero y flanqueando al central, de mayor altura y proyección. Sobre el crucero se eleva la estructura que cobija la cúpula y linterna del templo. Posee dos impostas, la inferior de ajedrezado. Entre ambas abren cuatro ventanales aspillerados, uno por lienzo y en el cuerpo superior columnillas lisas decoran sus ángulos. Una espadaña de tres ojos culmina el hastial de poniente.
En la cabecera, el ábside central destaca de entre los otros dos por tamaño y decoración. Probablemente proceda en su arranque de un templo de mayor antigüedad. Dos contrafuertes acabados en basas que debieron sustentar columnas hasta la cornisa, y que no se construyeron, lo dividen en tres lienzos en cada uno de los cuales abre un bello ventanal decorado con abundancia de motivos al modo jaqués: dos arquivoltas, bezantes entre ambas y guardapolvo de ajedrezado por fuera, que continúa a la altura de los ábacos de los capiteles por todo el cilindro, incluso por encima de los contrafuertes. Los ábsides laterales son más sencillos en su diseño. Posee un contrafuerte cada uno que alcanza la cornisa y una pequeña lesena de articulación con el ábside central. Canecillos de perfil de nacela decoran los aleros. Hay uno solo historiado, en el ángulo nordeste del transepto.
En el ábside central se advierte las dudas y fases edificativas del templo. El planteamiento inicial de columnas sobre los contrafuertes dio paso a un acabado más sencillo, probablemente fruto ya del momento cisterciense, que también se nota en la nave apuntada y sus capiteles ya de labra sencilla y vegetal.
En la imposta occidental de la portada que abre en el brazo sur del transepto hay una epigrafía que muestra el nombre de quien la hizo: Nicolás (“NICOLAO ME FESIT”) En el lado opuesto otra que parece decir Iohannes aunque la epigrafía es deficiente.