Ermita de Santa Eulalia. S. XII.
Barrio de Santa María.
Barrio de Santa María es una pequeña población situada a pocos kilómetros al oeste de Aguilar de Campoo, en la proximidad de lugares tan emblemáticos como Vallespinoso de Aguilar o Perazancas, ambas un poco más a poniente de ésta. Tierra de la montaña Palentina, con un románico que no desdice del que encontramos en el Altoaragón. Hay en este lugar manifestaciones románicas en su parroquial dedicada a la Asunción y en la cercana ermita de Santa Eulalia.
Quinientos metros a poniente del caserío se alza retrepada a un pequeño altozano la ermita de Santa Eulalia Reducido templo de exquisita realización y cuidadas proporciones. Además está exento y en muy buena situación en cuanto a su conservación, en la que tiene mucho que ver -como en tantos otros lugares de la Provincia- la Fundación Santa María la Real.
Es templo de nave única, canónicamente orientado y cerrado al este por medio de ábside cilíndrico que articula con la nave -de mayor altura- por medio de presbiterio sin adornos, bien marcado al exterior. Una espadaña de un solo ojo y perfil acampanado corona su hastial occidental.
La portada abre atípicamente al norte, hacia los pies del muro septentrional. Edificada en un cuerpo ligeramente adelantado al muro bajo tejaroz con nueve canecillos lisos, se compone de cinco arquivoltas en degradación, dándole un ligero abocinamiento. Apean en dos pares de columnillas y tres de pilastras, decoradas las exteriores con baquetón simulando columnillas. Las que forman las jambas de la portada, son lisas.
Arquivoltas apuntadas, decoradas con baquetones y escocias y guardapolvo de similar hechura por fuera. Una línea decorada compuesta por friso y ábacos, separa aquellas de los capiteles en que descargan. Los ábacos y su prolongación, decoran con entrelazo vegetal y en algunas de las esquinas, menudas y toscas cabecitas como de fieras.
Los capiteles son de muy sencilla hechura, con decoración geométrica y vegetal apenas señalada mediante labra incisa. Algo más elaborados los del lado de poniente dentro de su sencillez que evocan ya el estilo del desconocido claustro de San Andrés del Arroyo. Prolonga la línea de capiteles hasta donde concluye el cuerpo adelantado de la portada, un friso sencillo, decorado en su zona superior con cinco pequeños arquillos ciegos a cada lado.
El cilindro absidal está segmentado en tres lienzos gracias a dos semicolumnas adosadas que arrancan de sendas basas áticas sobre pilastras y rematan bajo el alero por medio de capiteles de sencilla decoración de volutas lisas y piñas.
Cada uno de los lienzos se centra por ventanal de medio punto dovelado. Vano aspillerado por fuera del cual se decoran con una arquivolta de baquetón y escocia con sus respectivos capiteles, columnas y basas. Poseen guardapolvo al exterior, de nido de abeja en los laterales y más elaborado, a base de bezantes simulando yemas vegetales sobre fondo de figuras geométrica a base de grandes rombos. Los tímpanos de estos ventanales decoran con motivos de semicírculos en relieve en los laterales, mientras que el central luce un ángel alado, barbado y nimbado cabalgando sobre el medio punto de la aspillera y en actitud de bendecir. Decora la parte externa del tímpano nueve arquillos ciegos, ocupando la cabeza del ser mitológico el central. Una fina cenefa a base de cabecitas de clavos rodea todo el perímetro del tímpano. En su estrado, hay un motivo decorativo a base de ajedrezado jaqués, que solo volvemos a encontrar al interior del templo, componiendo el friso que corre por el cilindro absidal por debajo del arranque de los ventanales.
Los capiteles de los ventanales así como el tímpano descrito del central, se tallaron en piedra arenisca más clara (probablemente más apropiada por su consistencia para ser labrada) lo que contribuye a dar un toque más de elegancia a esta cabecera.
Decoran los capiteles monstruos con cabeza de hombre barbado y gorro frigio, luchas entre grifos y dragones, motivos vegetales y una bella por cuanto ruda representación del Pecado Original.